miércoles, 3 de abril de 2013

Un gesto vale más que mil palabras

Me gusta ir viendo la evolución del paciente del Box 2, ya que a este paciente le ingresé con mi tutora y he podido ir comprobando todos los cambios en su estado de salud que ha sufrido.
Actualmente el paciente se encuentra intubado y solamente con una perfusión continua de Fentanilo a 2 ml/h (digo esto, ya que este paciente se encontraba totalmente sedado). Desde ayer, el paciente abre los ojos y alguna vez que otra responde a órdenes verbales simples como "Cógeme la mano". En alguna ocasión se agita muchísimo y su mirada transmite el no saber qué le está ocurriendo. Cuando he entrado en la habitación con Javier, uno de los enfermeros, me ha mirado fijamente a los ojos sonriendo. El intensivista entró detrás nuestra y le llamó por su nombre; sin embargo, no retiró en ningún instante sus ojos de mí. El intensivista insitía sin ningún resultado y me dijo que qué le había dicho para que no "me quitara ojo". Siempre que entro en su habitación me dirijo a él por su nombre, incluso cuando se encontraba sedado. Tal vez recordara mi voz y le gustara y por eso, ahora al verme sonríe y me hace gestos de encontrarse cómodo conmigo, no lo sé. También cuando le hemos realizado el aseo del turno de tarde, me ha cogido la mano con fuerza y no me quería soltar. Yo le respondí con otro apretón de mano y con un " Tranquilízate que estamos aquí para intentar que te pongas bien". Asentó con la cabeza y me sonrió nuevamente.
Se siente una gran satisfacción cuando compruebas que los pacientes están cómodos contigo y además desprenden una sensación de seguridad que con otros compañeros no lo percibes.
He conseguido acercarme a sus familiares y preguntarles qué tal se encontraban con la situación que estaban viviendo. Me han dicho que por fin le ven despierto aunque algo intranquilo, pero que es un pequeño avance. Me han comentado, aunque ya lo sabía, que esta semana le iban a realizar una traqueostomía percutánea; y me han preguntado todas las dudas que tenían (por fin confían en mí). Alguna de ellas se las he resuelto. Otras en cambio, no he podido porque eran dudas médicas que les he sugerido que se las comentaran al intensivista cuando le vieran. Me han dado las gracias por escucharles y les he dicho que no hacía falta que estábamos ahí para lo que necesitaran. Finalmente me he despedido de ellos diciéndoles que aprovecharan el mayor tiempo posible para estar con su familiar y no se sintiera solo en ningún momento.
Hoy noto que he dado un gran paso como enfermera y que puedo relacionarme con los familiares con seguridad, sin dudar de mí misma. Que los pacientes cuentan conmigo como si fuera una enfermera más. Siento una sensación que es difícil explicar con palabras y que tal vez solo se siente cuando realmente notas que la enfermería es una vocación que llevas por dentro.
 
A pesar de cambiar de tema muy bruscamente, me gustaría comentar una anécdota que me ha ocurrido con Javier. Una de las pacientes que llevo, tiene pautado 3.125 mg de Captoprilo. Ayer no sabían de qué manera dividir la pastilla para que la dosis fuera exacta y lo hicieron a "ojo" (la pastilla tiene forma de corazón). Javier me ha puesto a prueba y me ha dicho que había una forma para hacerlo correctamente. Yo he partido la pastilla dándole la mitad de la mitad. Y lo primero que me ha dicho es "Imagínate que esto se lo tienes que dar a un niño. ¿ Qué pasaría si le dieras de más o de menos?. Ahí  ha sido cuando me he dado cuenta de lo importante que es dar la dosis exacta a los pacientes. Después de mucho pensar y que me ayudara una de las enfermeras, me di cuenta que lo que se podía hacer era diluir la pastilla en agua y coger la dosis exacta. No se debe dar las medicaciones a "ojo" nunca y menos en una UCC ya que los efectos secundarios pueden traer repercusiones.
 
Esta anécdota me enseña que nunca voy a dejar de aprender cosas buenas de los enfermeros con los que trabajo y es con eso, con lo que me tengo que quedar.

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